Tengo la voz llena de muertos.
Se amontonan en mí.
Soy un cementerio.
Tengo la voz llena de miedo.
Entre muertos y miedo
nada queda de la vida.
Los diarios me fusilan a la hora del desayuno.
y el pan tiene gusto a escarnio.
El mundo es un álbum necrofílico
que ojeo hoja a hoja.
Entre rostros de huérfanos
y fachadas de hospitales,
los días dejan detritus por huellas.
¿Que debo hacer?
(Héctor Yánover)
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