Renunciar a los años
de incomparable felicidad.
No haberte conocido.
Borrar los años venturosos,
sustituirlos por los años ignorados,
extañamente vivos,
donde tú no existieras,
ni hubiera huella de tus ojos,
de tu boca, de tus manos.
No haberte conocido.
Ignorar tu presencia
tu calor, tus caricias,
el eco de tu risa
y de tus pasos...
No haberte conocido.
No rasgarme el recuerdo
de memorias dichosas,
de instantes, de millares
de íntimos detalles...
No haberte conocido.
Y ahora ¡ Oh, Dios !
al no haberte conocido
n o sufrir de tu muerte
la cruel desesperanza,
no recordar tus ojos
cerrados, ni tu pelo,
ni tu boca, apretada...
¡ No sufrir !
porque tú
no habrías existido;
porque yo
no te habría conocido.
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