Marcos, paseando, rastreando por la ciudad de Cervantes encontré un libro frente a La Casa de las Comedias, era/es de Alejandro García Calvo poeta de cosecha 1963. Fascinante encuentro. No siempre hay que buscar para encontrar. Estos primeros días de 2009 ha acompañado mis trasiegos por el metro. Y he viajado por oriente y sin descanso "Por las rosas de Agda", acompañarme...
tras paseos por jardines de oasis escondidos encuentro unas descripciones que me recuerdan a ti
III
El jamás vacilaba.
Dominaba la línea cruel del horizonte
la razón, las heridas.
Y ansiaba las tormentas.
Y agitaba el penacho de plata en los altares
por encima del odio, y el miedo, y la derrota.
Pues conducía el carro de batalla hasta el límite
de los ríos, la niebla, y el suave pergamino.
Y arrancaba las garras de los tigres azules
y exquisitos de ámbar.
No aceptaba el destino.
XI
No me asusta la muerte, me asusta la tristeza
la soledad, el llanto, el turbio terciopelo.
Y aunque él afirmaba que nunca caería…
Me gustaría tanto acompañar su último
desfile con mi música.
Pero no lo permiten.
Cabalgo entre los hombres cansados de la escolta.
Ya no creen en los dioses, no creen en la belleza.
Han perdido el espíritu.
Yo lo he perdido todo.
Y alejo los insectos y las duras tinieblas de él,
con mi abanico.
III
El jamás vacilaba.
Dominaba la línea cruel del horizonte
la razón, las heridas.
Y ansiaba las tormentas.
Y agitaba el penacho de plata en los altares
por encima del odio, y el miedo, y la derrota.
Pues conducía el carro de batalla hasta el límite
de los ríos, la niebla, y el suave pergamino.
Y arrancaba las garras de los tigres azules
y exquisitos de ámbar.
No aceptaba el destino.
XI
No me asusta la muerte, me asusta la tristeza
la soledad, el llanto, el turbio terciopelo.
Y aunque él afirmaba que nunca caería…
Me gustaría tanto acompañar su último
desfile con mi música.
Pero no lo permiten.
Cabalgo entre los hombres cansados de la escolta.
Ya no creen en los dioses, no creen en la belleza.
Han perdido el espíritu.
Yo lo he perdido todo.
Y alejo los insectos y las duras tinieblas de él,
con mi abanico.
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