16 de diciembre de 2014

diciembres

“Supo que iba a morir cuando, al atardecer, la idea de la muerte dejó de preocuparlo. Hasta esa hora había luchado duramente, aceptando cada inyección, cada palabra de aliento, cada bocanada de oxígeno, como instrumentos necesarios para defender la vida. Aislado ya del mundo, sintió poco a poco que ese aislamiento era en el fondo la forma más alta de la accesión; el borde de la muerte era también la plaza del encuentro, ricamente desposeído de lágrimas y sangre, donde el pasado y el presente volvían por fin a mezclar sus aguas en un solo latido y a mostrarse en una misma imagen definitiva.
Todo eso era morir. La parte de aceptación que había en esas reconciliaciones no se le escapaba, y hasta la repentina calma de su respiración le probó que no vería caer la noche. Estaba bien morir al atardecer, pensó irónicamente”.

  Julio Cortázar.

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