24 de octubre de 2011

(paréntesis)



Los viajes tienen, para mí, esa posibilidad de poner la propia vida en un paréntesis.
Dejo de ejercer los roles que me habitan por ósmosis. Tomo distancia de aquella que creo ser y me conecto ( en un nivel espiritual y no cibernético) con algo que es distinto a mí pero que parece ser más yo misma que lo que creo ser.
Dejar en suspenso por unos días mi cotidianidad, con sus rutinas y sus creencias inamovibles, con sus asuntos inmediatos y su seriedad, con sus preocupaciones y oficios, con sus demandas e impaciencias, me ubica en un nuevo lugar. Donde hay otros tiempos.
Otros asuntos.
Otras prioridades.
Descubrimiento inquietante: la vida sigue sin mí.
Pensamiento revelador: no soy indispensable.
Idea persistente: puedo ir y venir cuando quiera.
Conclusión sine qua non: Los paréntesis no encierran, abren. Y una vez dentro de ellos, no hace falta aclararle nada a nadie.

Te queremos MARCOS. Mamá

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