Hijo,
te irá creciendo la luz,
se te desbordará la sombra por las venas,
la vida te salpicará de horror y dulzura
y romperás a llorar silencios
hasta que te quedes sin palabras.
Morderás el amor,
y el amor habrá de morderte.
Un día, se abrirá una grieta en tus manos
por donde el tiempo ha de filtrarse;
otro día, la belleza del instante
te dará la eternidad.
A codazos te irás abriendo paso
entre los espejos. Saborearás paisajes
y beberás ese dulce licor
de los labios sin nombre.
Posiblemente, una tarde de invierno,
tú también le escribas otro poema
a ese hijo que jamás vas a tener.
Autor: José Gutiérrez Román.
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