21 de enero de 2009

Eclesiástico 6, 5-17 (de la amistad)


Hijo, quisiera confesarte que contigo han muerto personas de mi/nuestro entorno que, incluso en un tiempo, portaron el distintivo de amigos.

Marcos de una de esas carambolas, que desde hace algún tiempo se componen mis días, lecturas, músicas, meditaciones cae sobre mis, hoy, cansados ojos el Libro del Eclesiástico 6, 5-17, donde veo reflejado el sentir antes confesado.


Una voz suave aumenta los amigos, unos labios amables aumentan los saludos. Sean muchos los que te saludan, pero confidente, uno entre mil; si adquieres un amigo, hazlo con tiento, no te fíes en seguida de él; porque hay amigos de un momento que no duran en tiempo de peligro; hay amigos que se vuelven enemigos y te afrentan descubriendo tus riñas; hay amigos que acompañan en la mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; cuando te va bien, están contigo, cuando te va mal, huyen de ti; si te alcanza la desgracia, cambian de actitud y se esconden de tu vista. Apártate de tu enemigo y sé cauto con tu amigo. Al amigo fiel tenlo por amigo, el que lo encuentra, encuentra un tesoro; un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor; un amigo fiel es un talismán…

La desgracia hace caer la mascara de las falsas amistades.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me da mucho respeto asomarme por este vuestro íntimo blog, pero, cuando el alma conecta con mi calma, leo los sentimientos plasmados entre líneas, los comparto, y os acompaño. Solo decir que aquí hay una amiga.

Besos de "otra bloquera"