Esta arraigada costumbre libera (con vencimiento anual) las mentes y las almas de todo aquel que se acerca, con mas o menos respeto, a la tumba de un finado depositando unas radiantes flores; la conmemoración de esta feria y ofrecimiento floral hace alejarse por un año el agobio de recapacitar sobre la muerte, para que sirve nuestra vida, y especialmente si fuiste bueno con aquel que nos dejó.
Meditar, reflexionar, de año en año......... y vivo por que me toca (como dice el popular juego)

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