26 de noviembre de 2009

ungüento poético

Hago chas y aparezco a tu lado..... y de nuevo me cargo un poema seleccionando, descuartizándole, degüello impúdico de un desaprensivo aprendiz de poeta que con poderes se cree para andar mutilando versos de uno a otro confin.
-humilde perdón solicito.
COPLAS POR LA MUERTE DE SU PADRE
Jorge Manrique (s. XV)

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.

Este mundo bueno fue
si bien usáramos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdamos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.

Decidme: la hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
el color y la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud.

Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.

No tengamos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Llegó por casualidad a este blog, mientras buscaba un poema que hace tiempo no leía y me encuentro con vosotros, con Marcos, con su padre, con tanto amor reflejado.He sido madre hace dos meses (de un casi Marcos que al final fuè Samuel) y desde entonces siento la vida con mucha más intensidad.Respiro leyendo esta líneas el amor, el dolor, la esperanza, pero sobre todo el esfuerzo por seguir luchando y manteniendo la cabez en su sitio, el sentido del humor, la generosidad, tantas cosas.Miro a mi hijo y hace un rato le decía y me decía a mí misma que ojalá sepa transmitirle tanto amor como el que se ve aquí, a lo largo del tiempo y del espacio.Un abrazo muy fuerte, no os conozco, pero habéis hecho que hoy sienta la vida distinta, con intensida y con amor.Quizá alguien desde algún sitio esté celebrando la Navidad con regalos como este: el dar ilusión a los demás.Mucho ánimo.

María.