31 de enero de 2010

Fernando Pessoa “La partida”


(selección f.m.f.)

Y yo el complejo, yo el numeroso,
Pródigo sembrador por mi propia indiferencia
De conceptos de modernidad todos diferentes,
Todos en el momento en que son concebidos verdades,
Todos personas diferentes, todos yo mismo apena
¿moriré así?
No: el universo es grande
Y tiene la posibilidad de que sucedan cosas infinitas.
No: todo es mejor y mayor de lo que pensamos
Y la muerte revelará cosas absolutamente inauditas…
Dios es más no obstante.

Habrá primero
una gran aceleración de las sensaciones,
con grandes despegues en las carreteras de mi consciencia.
una gran acumulación de sensaciones no contiguas,
silbido veloz del espacio entre el alma y Dios;
mis estados de alma, de sucesivos, se volvieron simultáneos,
toda mi individualidad se replegará en un solo punto,
y cuando, listo para partir,
todo cuanto viví, y lo que viviré más allá del mundo,
será marchito velo sólo gris homogéneo e incandescente…

¡ Oh asombroso universo ¡
es como te veré, y será definitivamente,
como si hubiera aún más vida, más modos de conocerte,
más lados desde donde mirarte,
-y tal vez nunca te veré del único-.

Partiré hacia aquel lado tuyo que la Muerte me debe revelar
con el corazón contraído, el alma ansiosa, el mirar errante,
y toda la consciencia de la aventura poniéndome olas en la sangre…
Partiré hacia la Muerte esperando encontrar la nada
Pero dispuesto a ver cosas prodigiosas del otro lado del Mundo.

…y disperse mi ser por el universo exterior,
que sea con alegría como reconozca que la Muerte
viene como un Sol distante en la alborada de mi nuevo ser.

En un viaje oblicuo de mi lecho de moribundo,
viaje en diagonal a las dimensiones de los objetos
hacia el rincón del techo más lejano, la cama se levantará del suelo,
se levantará como un globo ridículo y seguirá
como un tren sobre los raíles directamente…

No tengo miedo, oh muerte, de lo que no deja entrever
tu postigo prohibido en tu puerta sobre el mundo.

Extiendo los brazos hacia ti como un niño
del pecho del ama a la llegada de la madre…
Por ti dejo contento mis juguetes de adulto,
por ti no tengo parientes, no tengo nada que me asegure
a este prodigioso, constante y doliente universo…

Todo lo Definitivo debe estar en Ti o en ninguna parte

Y sintiendo en el alma el movimiento de la partida del navío,
veré ya todo a lo lejos y diferente y frío…
mis sensaciones, una ciudad amontonada distante
y al fondo, por detrás de ellas el universo entero, puente que acaba…

Ahora que los dedos de la Muerte alrededor de mi garganta
comienzan sensiblemente la presión definitiva
y que tomo conciencia exorbitando mis ojos,
miro hacia detrás de mí, reparo en el pasado distante,
veo quien fui, y sobre todo quien no fui,
considero lúcidamente mi pasado mixto
y creo que hubo un error
o en que yo viviera o en que viviera así.

¿Será que siempre cuando la Muerte se nos mete en el cuarto
y cierra la puerta, con la llave por dentro,
y la cosa es definitiva, inexorable,
sin Tribunal de apelación para su destino acabado,
será que siempre cuando la medianoche suena en la vida,
una exasperación de calma, una lucidez no dicha
despierta como una cosa (que) solamente (piensa) en partir ?

Último arranque, claridad extenuante, de llama que a continuación se apaga,
frío explosivo del fuego de artificio antes de la ceniza completa,
trueno máximo sobre nuestras cabezas, por donde
se sabe que la tronada, que estaba cargada, decreció.

Me vuelvo hacia mi pasado.
Me siento herir en la carne.
Miro con esa especie de alegría de la lucidez completa
hacia la carencia instintiva que yació en mi vida.
¡Van a apagar el último candelabro
en la calle amaneciente de mi Alma!
¡Señal de (vida)
el último candelabro que apagan!
Pero antes de que yo vea la verdad, la presiento,
antes de que la conozca, la amo.

Me vuelvo hacia atrás, hacia el pasado, no (recuerdo nada)
miro y el pasado es una especie de futuro para mi.

- En un momento robo tiempo a la nada y vuelvo a leer (f.m.f.)

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