5 de diciembre de 2011

Victoria


Estaba
abierto el cielo y mi hijo en mis brazos,
tan indefenso y tibio y aterido y fragante
que lo sentí una obra sólo mía,
vistoria de un curpo paso a paso ofrecido a su cuerpo.

Lo envolví con mi aliento y él tuvo el soplo tibio
en el que una paloma se sostenía en vuelo.

(María Victoria Atencia)

No hay comentarios: